
Los restaurantes y las cadenas de comida se enfrentan a una creciente presión para reducir el consumo de energía, pero los sistemas obsoletos, el aumento de los costos y los presupuestos limitados están frenando el progreso. Los expertos recomiendan centrarse en controles más inteligentes, no en costosos cambios de equipos.
El desperdicio de alimentos domina las agendas de sostenibilidad, pero los expertos en eficiencia energética para edificios comerciales afirman que la ineficiencia energética en las instalaciones de la industria alimentaria es igual de urgente. Resolver uno sin el otro, solo la energía o los alimentos, no será suficiente. Para cumplir los objetivos climáticos y proteger los márgenes de beneficio, es necesario abordar ambas áreas conjuntamente.
A nivel mundial, el sector alimentario consume casi el 30% de la energía mundial, y los restaurantes, en particular, son focos de consumo energético. Según ENERGY STAR, un programa respaldado por el gobierno estadounidense que promueve la eficiencia energética, los establecimientos de restaurantes consumen de cinco a siete veces más energía por metro cuadrado que un edificio comercial promedio. En restaurantes de comida rápida con un gran volumen de clientes, la cifra puede ser incluso diez veces mayor.
“Los gobiernos y las empresas están invirtiendo fuertemente en la reducción del desperdicio de alimentos. Pero ¿qué pasa con el desperdicio que nadie ve: la energía que se pierde a diario en cocinas, cámaras frigoríficas y sistemas de edificios mal gestionados? Mientras no abordemos este problema, la estrategia de sostenibilidad de la industria alimentaria estará incompleta”, afirmó Donatas Karciauskas, director ejecutivo de Exergio, una empresa que desarrolla herramientas basadas en IA para la optimización energética en tiempo real en edificios comerciales.
Esta preocupación está cobrando fuerza no solo entre los expertos en eficiencia energética, sino también en los círculos políticos. En la UE, la normativa sobre eficiencia energética está avanzando.
La Directiva revisada sobre Eficiencia Energética, que entró en vigor en 2023, exige a los Estados miembros reducir colectivamente el consumo final de energía en un 11.7 % para 2030, con un fuerte enfoque en el sector de la construcción, incluidas las cocinas comerciales y las instalaciones de producción de alimentos.
En Estados Unidos, sin embargo, no existe un objetivo nacional vinculante, pero varios programas a nivel federal y estatal están configurando la eficiencia energética en el sector alimentario. Por ejemplo, la Iniciativa de Mejores Edificios del Departamento de Energía de EE. UU. trabaja con socios comerciales, incluyendo restaurantes, para reducir el consumo de energía.
Un ejemplo es CKE Restaurants Holdings, que se asoció con la Iniciativa de Mejores Edificios para mejorar el rendimiento energético en más de 3,000 restaurantes. Mediante mejoras en la iluminación, los sistemas HVAC y el equipamiento de refrigeración en cocina, redujeron el consumo de energía en un 23 %.
Sin embargo, si bien las grandes cadenas a menudo pueden permitirse estas inversiones, la realidad es diferente para gran parte del sector.
“La mayor parte del desperdicio de energía que vemos en los restaurantes se debe a tres factores: equipos obsoletos, malas prácticas operativas y presupuestos limitados. Los electrodomésticos, la refrigeración, los equipos HVAC y los sistemas de iluminación suelen funcionar de forma ineficiente o recibir un mantenimiento irregular, lo que aumenta rápidamente la factura energética”, continuó Karciauskas.
Añade que, si bien las barreras son reales, las soluciones no siempre tienen por qué ser costosas ni complejas.
“Los sistemas alimentarios se consideran, por defecto, intensivos en recursos, pero no tienen por qué serlo”, explica Karciauskas. “A diferencia del desperdicio de alimentos, que es complejo y complejo de resolver, el desperdicio de energía a menudo se puede abordar con una inversión mínima mediante modernizaciones digitales y controles basados en IA. Es una de las opciones más fáciles de alcanzar en la descarbonización del sistema alimentario”.
La plataforma basada en IA que se conecta a los sistemas existentes (HVAC, refrigeración e iluminación) y utiliza datos en tiempo real para optimizarlos en función de la ocupación, el clima interior y las condiciones externas. Al instalarse en el sistema de gestión energética de un edificio, estas plataformas ejecutan continuamente comprobaciones de autodiagnóstico, alertas de mantenimiento predictivo y evaluaciones comparativas de rendimiento. Posteriormente, los ingenieros pueden utilizar los datos recopilados para reducir el desperdicio de energía sin interrumpir las operaciones.
“La industria alimentaria ha avanzado en la reducción del desperdicio de alimentos; ahora es el momento de aplicar esa misma urgencia al sector energético. Tanto si gestiona una sola planta de procesamiento como una red global de franquicias, los márgenes de beneficio dependen de la eficiencia de sus instalaciones. Las modernizaciones digitales contribuyen enormemente al clima, pero también constituyen una infraestructura esencial para el negocio. Reducen los costes operativos, eliminan el desperdicio de energía y refuerzan la resiliencia en un mercado volátil. Ahí es donde se esconden los próximos grandes avances”, concluyó Karciauskas.



















